Turbana, en la subregión Norte de Bolívar, limita con Turbaco y se encuentra a veinte minutos de Cartagena. Con cerca de 30 mil habitantes, mantiene una vocación agrícola y vínculos culturales con la capital del departamento y sus vecinos. En este contexto surge el libro Apuntes históricos de Turbana, escrito por el historiador Douglas Muñoz y apoyado por la docente Mónica Zabaleta desde la Institución Educativa Técnica Industrial de Turbana, como una apuesta para rescatar la memoria y fortalecer la identidad del municipio.

Apuntes históricos de Turbana: un legado necesario
Douglas Muñoz Espinoza, nacido en el municipio, presentó en la sede Francisco José de Caldas una investigación que tardó cuatro décadas. “Este libro es el resultado de 40 años de investigación, en los que logramos responder preguntas básicas como el origen del nombre de Turbana, un misterio que hasta hoy permanecía oculto”, explicó.
La obra analiza 22 sectores del territorio: economía, cultura, gastronomía, flora, fauna, política y arquitectura.
“Aquí plasmamos cómo era el comportamiento del hombre antiguo, desde los campesinos hasta los obreros que dieron forma a la industria local. Dejamos incluso los nombres de esos pioneros que marcaron nuestra identidad”, relató.
El libro está disponible en la plaza de Turbana, en las oficinas de Inter Rapidísimo, y en Farmacenter, en la zona norte de la cabecera municipal.

El historiador también destacó los lazos culturales con el municipio vecino. “Con Turbaco tenemos una relación cultural. Cuando intercambiábamos instrumentos históricos con un colega, encontramos coincidencias que muestran que definitivamente somos pueblos hermanos. La colonia nos dejó artes y oficios que aún hoy identifican tanto a turbaneros como a turbaqueros”, subrayó.
Este vínculo, aseguró, refuerza la identidad regional y amplía las posibilidades de investigación y comparación histórica.
Escuela y comunidad: semilla de futuro
La presentación estuvo acompañada por un proyecto educativo que involucra a estudiantes, docentes y familias. Ivette Imitola Duque, coordinadora de la sede Francisco José de Caldas, resaltó: “Nuestra responsabilidad pedagógica es incentivar en los estudiantes el sentido de pertenencia, el respeto y la tolerancia. No se trata solo de enseñar tablas de multiplicar, sino de sembrar paz y amor en la comunidad turbanera”.
Imitola destacó la importancia de incluir a los padres.
“Son nuestro soporte y replicadores de lo que sembramos en los niños. Con ellos construimos una comunidad armónica que trasciende la institución y llega a todo el municipio”, explicó.
La docente insistió en la visión de futuro: “Nuestros niños son semillas que un día crecerán. Serán adultos que mostrarán a Colombia y al mundo lo que es Turbana, impulsando el turismo con su arraigo cultural y sus valores”, afirmó.
El proyecto funciona en cuatro sedes y cuenta con la profesora Mónica Zabaleta como pieza clave. “Ella nunca ha desistido. Este trabajo no es fácil porque involucra sentimientos, pero con el apoyo de docentes, padres y alumnos hemos logrado mantenerlo vivo y expandirlo a toda la institución”, señaló Imitola.

Memoria y ciudadanía activa
Durante la semana por la paz, Mónica Zabaleta explicó la conexión entre el rescate histórico y los proyectos de democracia escolar. “A través de actividades lúdicas enseñamos a los niños a resolver conflictos con el diálogo y la negociación. La obra de Douglas Muñoz es una herramienta para que descubran la historia de su municipio y se proyecten hacia un futuro mejor”, dijo.
La docente insistió en la importancia de apropiarse de símbolos locales. “Es importante aprenderse el himno y conocer sitios históricos como Mameyal, que hoy está en el abandono porque ni siquiera muchos nativos lo visitan. Con estos proyectos buscamos que niños y familias se apropien de su municipio, lo cuiden y lo den a conocer como un destino turístico sostenible”, comentó.
Voces de la comunidad estudiantil
El evento incluyó dramatizaciones con referentes de paz y derechos humanos. Margarita Marrugo interpretó a la Madre Teresa de Calcuta. “El objetivo es inspirar a los niños a valorar y emular a quienes con sus acciones engrandecen la cultura y las costumbres de la comunidad”, expresó.
Los estudiantes también tuvieron protagonismo. Keider Rafael Domínguez representó al defensor de derechos humanos Ricardo Esquivia Ballestas. “Ricardo tuvo que huir de su hogar debido a amenazas expresadas en grafitis en las paredes. Él vivía en Sucre, un lugar que consideraba un santuario de paz”, relató.
Isabela Montoya representó a Malala Yousafzai. “Nací en Pakistán, pero en 2012 me mudé al Reino Unido tras sufrir un atentado a los 15 años. En 2014 recibí el Premio Nobel de la Paz por mi labor”, contó.
Estas intervenciones mostraron cómo los niños relacionan la historia local con luchas universales, sembrando conciencia desde las aulas.
Apuntes históricos de Turbana como futuro
El cierre estuvo a cargo de Ivette Imitola Duque. “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, afirmó, destacando la importancia de fortalecer la identidad para transformar el municipio.
En esa línea agregó: “Nuestros niños son las semillas de un árbol que debe crecer y florecer. Serán embajadores que mostrarán al mundo el arraigo cultural y los valores turbaneros”.