La comunidad de la Urbanización Santa Clara, en Cartagena, denunció una serie de problemáticas que, aseguran, afectan su calidad de vida desde hace décadas. Situada al suroccidente de la ciudad, Santa Clara Cartagena enfrenta hoy un deterioro urbano marcado por ratas, caos vehicular y contenedores apilados cerca de las viviendas.
“Tenemos que comprar venenos para ratas como si fueran parte del mercado diario. Es incontrolable, todos los días hay residuos, olores y orina de estos animales en mi casa”, afirmó Marina Meza, quien reside en el sector desde hace 25 años. Convive con cuatro niños y teme por su salud.
El malestar es generalizado. Wilfrido San Juan advirtió que la proliferación de roedores representa una amenaza sanitaria para la comunidad. “Hacemos un llamado para evitar enfermedades como la leptospirosis. Aquí hay niños, personas mayores. No podemos seguir expuestos”.
A esta situación se suma el deterioro de canales pluviales y la presencia de aguas estancadas, según denunció Enrique González. El vecino también cuestiona la falta de acción institucional. “Aquí no hay dolientes, Santa Clara está abandonado. Queremos que el DADIS, la Oficina de Gestión del Riesgo y Desastre (OGRD) y otros entes vengan a verificar lo que estamos viviendo”. Puede leer más sobre la leptospirosis
Santa Clara Cartagena, una comunidad cargando con la logística
Otro de los focos de preocupación es el riesgo estructural derivado del apilamiento de contenedores de gran tamaño cerca de las viviendas.
“Los contenedores tienen hasta 10 metros de altura, están apilados y operan maquinaria pesada a toda hora. El ruido es constante. Nadie de la empresa se ha acercado a escuchar a la comunidad”, expresó Nelson Rosario, quien teme un eventual colapso sobre alguna de las casas vecinas.
Los habitantes manifiestan que el ruido, la vibración y el constante tránsito de grúas generan un ambiente hostil e inseguro. Aseguran que, pese a las advertencias, no han recibido respuesta alguna por parte de la compañía responsable ni de las autoridades distritales. Le puede interesar: Fallo de acción popular en Manga sigue sin cumplirse
El cuello de botella de Mamonal: tráfico sin control
Uno de los puntos más críticos de la denuncia ciudadana es el colapso de la movilidad en la vía Mamonal, especialmente en el tramo comprendido entre Ceballos y la entrada a Santa Clara.
Los vecinos aseguran que, a diario, se presentan trancones de hasta una hora por la acumulación de vehículos de carga pesada estacionados en plena vía pública, a la espera de ser atendidos en los patios logísticos cercanos.
Marlon Ahumada, conductor de camión, explicó que la situación se debe a la deficiente gestión interna de los patios.
“El espacio que tienen no es suficiente para almacenar contenedores ni para la rotación de los vehículos. No hay patios amplios, ni personal ni maquinaria para evacuar rápidamente los cargues y descargues. Por eso, las tractomulas terminan parqueadas en la vía, y eso es lo que genera el caos”.
Ahumada señaló que esta situación no se limita a un solo patio. También mencionó las operaciones de otros patios en la zona, que, según afirma, agravan la congestión por falta de infraestructura.
“Esos patios no tienen cómo recibir las mulas. No hay zonas de espera internas, y mientras tanto nos toca quedarnos sobre la vía principal, afectando no solo la movilidad de los residentes, sino también la de los propios trabajadores del sector”.
El conductor defendió el trabajo de quienes operan los vehículos pesados. “Nos han satanizado. La gente nos culpa a nosotros, pero la responsabilidad está en quienes no diseñaron estos patios con una logística adecuada. Es una cadena mal estructurada que termina afectando tanto a la comunidad como a los conductores”.
Algunos expertos coinciden en que el panorama revela la urgencia de revisar el uso del suelo en la zona y establecer controles eficaces sobre las operaciones logísticas, que hoy sobrepasan la capacidad vial del sector.
Un barrio que exige ser escuchado
Santa Clara tiene más de 30 años de fundada. Sus habitantes aseguran que estaban allí mucho antes de que se instalaran las empresas logísticas y que no están en contra de la actividad comercial, siempre y cuando se respeten los derechos fundamentales de la comunidad.
Por eso exigen una solución integral que contemple a todos los actores: los residentes, los transportadores y las empresas. La comunidad solicita la intervención inmediata de las entidades distritales competentes en salud pública, medio ambiente, gestión del riesgo, planeación y movilidad.
Insisten en que la situación que hoy viven no es un simple conflicto vecinal, sino una crisis urbana que podría escalar hacia una emergencia sanitaria o social si no se atiende con prontitud.