El genocidio en Gaza fue denunciado por el presidente Gustavo Petro en un diálogo de alto nivel en Naciones Unidas, previo a su intervención ante la Asamblea General. El mandatario vinculó esta tragedia con la política antidrogas, la migración y la crisis climática. Además, advirtió que detrás de estos fenómenos hay un mismo poder económico que amenaza la vida y la humanidad.

Genocidio en Gaza y la política global

Durante su participación en el evento sobre financiación climática, Petro afirmó que el genocidio en Gaza refleja lo que puede repetirse en América Latina, África y el mundo árabe. “Es una demostración del poder de la barbarie”, dijo. Señaló que las potencias occidentales utilizan discursos de odio y superioridad racial para justificar políticas contra migrantes y pueblos vulnerables.

El presidente Gustavo Petro en Naciones Unidas condena el genocidio en Gaza.// Foto: cortesía- Presidencia de la República.

El mandatario insistió en que el sufrimiento del pueblo palestino debe alertar al mundo sobre los riesgos de normalizar la violencia. En su concepto, el silencio internacional frente a la tragedia abre la puerta a que la barbarie se expanda a otros continentes bajo diferentes pretextos. En ese sentido, recalcó que la indiferencia también es una forma de complicidad. De hecho, advirtió que ignorar lo evidente fortalece a los responsables de la guerra.

Genocidio en Gaza y la migración

Petro criticó con firmeza la forma en que Estados Unidos y Europa tratan a los migrantes. Recordó un episodio en el que se planteó trasladar personas encadenadas en vuelos hacia América Latina. Ese hecho lo rechazó de manera tajante. “No entra en nuestro espacio aéreo un solo avión con latinoamericanos encadenados”, afirmó. Aludió a la herencia de Bolívar y la dignidad de los pueblos.

Por lo tanto, señaló que detrás de esas prácticas se esconde el mismo poder que sostiene las bombas en Gaza. “Es el racismo y el odio los que justifican esas cadenas”, agregó. Con ello buscó mostrar cómo las dinámicas de exclusión y violencia son universales. En definitiva, explicó que tienen raíces comunes en la estructura de poder global.

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Genocidio en Gaza y la lucha antidrogas

El presidente colombiano aseguró que Naciones Unidas se vuelve cómplice al ocultar cifras científicas en torno a la política antidrogas. Comparó los ataques con misiles en Gaza con los operativos en el Caribe y América Latina. Según él, los jóvenes terminan siendo víctimas de una estrategia que responsabiliza a las comunidades pobres. Esto ocurre en lugar de cuestionar los mercados de consumo en ciudades como Miami, Dubái o París.

“Lo que pasa en Gaza tiene un espejo en nuestras costas”, señaló Petro. Así mismo, advirtió que la criminalización de la juventud latinoamericana es una forma más de violencia estructural. Por ello aseguró que se conecta con la misma lógica de la guerra.

Genocidio en Gaza y la crisis climática

El mandatario también relacionó la tragedia con la crisis ambiental. Señaló que la misma codicia que sostiene las bombas en Gaza impide resolver el cambio climático. Esa amenaza, dijo, pone en riesgo la vida de la humanidad. “El que tira las bombas en Gaza es el mismo poder que lanza los misiles en América Latina”, enfatizó.

En consecuencia, para Petro, la inacción frente al cambio climático es otra expresión de barbarie. Explicó que deja a millones de personas expuestas a desastres naturales, migraciones forzadas y conflictos por recursos. A su juicio, la humanidad enfrenta una encrucijada. En resumen, debe decidir entre un modelo de desarrollo que perpetúa la violencia o un cambio estructural hacia la vida.

Llamado a un cambio global

El presidente concluyó que la humanidad tiene apenas diez años para cambiar el rumbo del mundo. Planteó la necesidad de una revolución de los pueblos en Europa, Estados Unidos, América Latina, África y el mundo árabe. Además, advirtió que si Estados Unidos regresa al chauvinismo, los pueblos tienen derecho a la rebelión contra el tirano.

“Yo me rebelo como presidente descertificado al genocidio”, expresó. Finalmente, propuso la creación de una Fuerza Armada de Paz de la ONU. Indicó que esta debería excluir a las potencias que, según él, han sido responsables de crímenes de lesa humanidad. Con ello buscó sentar un precedente en el debate sobre la legitimidad de los actores internacionales que toman decisiones en el Consejo de Seguridad.

Impacto diplomático y social

La intervención del presidente no pasó inadvertida en el escenario internacional. Al poner el genocidio en Gaza en el centro de su discurso, Petro retó de manera directa a las potencias occidentales. También cuestionó la autoridad moral de quienes dominan el Consejo de Seguridad.

La reacción en los pasillos de la ONU fue inmediata. Para algunos diplomáticos, se trató de una postura valiente que busca abrir un debate sobre la legitimidad de las grandes potencias. Para otros, sin embargo, fue una declaración incómoda que puede tensar aún más la relación de Colombia con Washington y Bruselas.

Por otro lado, en el plano interno, sus palabras también calaron. El mandatario buscó conectar la tragedia palestina con las realidades latinoamericanas. Insistió en que los pueblos del sur comparten un mismo destino frente a la violencia estructural. En particular, con este recurso intentó dar a Colombia un papel de liderazgo moral en un escenario marcado por la crisis climática, la migración y la desigualdad global.

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