En lo profundo de Membrillal, a solo un kilómetro de la Cartagena turística, las voces del Cabildo CAIZEM, el cabildo indígena Zenú de Membrillal, resisten al olvido estatal. Bajo un árbol que llaman “el abuelo”, símbolo de sabiduría y armonía, esta comunidad ha tejido durante más de dos décadas una historia de dignidad, despojo y persistencia. Hoy, sus derechos siguen atrapados en un limbo jurídico.
Cabildo CAIZEM, entre la resistencia y la espera: el origen del conflicto
El predio que ocupan, la parcela San Isidro, fue arrendado en medio del desplazamiento forzado que los expulsó de sus tierras originales. Desde hace once años, sus hogares, cultivos y centros espirituales están levantados sobre una tierra que ya fue vendida, y cuyo propietario exige restitución desde 2016.
“Nos colocamos aquí no por capricho, sino por necesidad. Somos víctimas del conflicto armado”, afirma Roger Suárez Castillo, cabildante y asesor del cabildo. Suárez resume con claridad la tragedia: si no hay tierra, tampoco hay cultivo. Y sin alimentos, se extingue el alma misma de la comunidad. “El indígena sin tierra es un indígena sin madre”, repite.
Cabildo CAIZEM, entre la resistencia y la espera: fallo judicial sin cumplir
En abril de 2021, el Juzgado Primero Civil Municipal de Cartagena ordenó la reubicación de CAIZEM y la devolución del predio al propietario, CASAM Inversiones S.A.S. No obstante, pese a que el Distrito anunció en diciembre de 2023 que contaba con $1.100 millones para adquirir un nuevo terreno en la vereda Loma China, la compra no se ha concretado.
En agosto de 2024, ante la negativa del propietario a aceptar la oferta, la Alcaldía de Cartagena solicitó al IGAC un nuevo avalúo. Mientras se gestionan estos trámites, el tiempo pasa, la comunidad espera y el predio sigue ocupado, sin que se cumpla la orden judicial.
Según documentación oficial, el proceso de compraventa y posterior reubicación podría extenderse entre doce y dieciocho meses. En ese lapso, el Distrito contempla incluso iniciar un proceso de expropiación administrativa. Puede leer: Piden intervención del parque Santander por daño
El acceso a la educación: otro derecho bloqueado para CAIZEM
La situación del Cabildo CAIZEM no solo compromete derechos territoriales. La educación de sus niños también está en riesgo. La ruta hacia Membrillal fue cerrada por el propietario del predio, impidiendo que los estudiantes asistan con normalidad a clases. “Es una dificultad grande. Por eso proponemos que se habilite una escuela transitoria dentro del territorio”, señala Suárez. La comunidad cuenta con maestros indígenas y etnoeducadores que podrían asumir esa labor.
La medicina ancestral como forma de resistencia cultural
El territorio ocupado no es solo tierra de cultivo. Allí también funciona la “casa de pensamiento”, un centro de medicina tradicional en el que el médico ancestral Leobigildo Castillo Suárez atiende con plantas curativas. “Ha venido gente de Medellín, de Bogotá. Aquí se curan problemas del azúcar, de los riñones”, cuenta Daniel Castillo, autoridad central del cabildo.
Cada viernes, frente a la fogata sagrada que llaman “binde”, se celebran ceremonias de sanación, donde los pacientes dan gracias a la Madre Tierra. “Es un pagamento, un acto de fe. Le ofrecen una prenda al fuego cuando ya están sanos”, dice Castillo. Este saber, que sobrevive sin apoyo institucional, es uno de los pilares espirituales que mantiene viva a la comunidad.
La memoria también tiene raíces: el “abuelo” y la armonía ancestral
En el corazón del asentamiento del Cabildo CAIZEM se alza un árbol de caucho monumental. Lo llaman “el abuelo”. Es un punto de encuentro, un guardián del tiempo y, sobre todo, un símbolo de permanencia.
“Nos encontramos en el área de un árbol sagrado por su antigüedad y cantidad de años. Le decimos el abuelo. Aquí nos reunimos a tener charlas de armonía en medio de una fogata”, explica Ana Milena Pineda Bula, alguacil del cabildo.
Según la tradición oral, el árbol ya estaba allí cuando llegaron hace aproximadamente 18 años. Por respeto a las costumbres y la espiritualidad de sus ancestros, nunca ha sido talado ni intervenido. “Nuestros ancestros nos dicen que por sus grandes raíces es el árbol que camina. Produce sabiduría, tranquilidad. Es como una forma de venir a buscar armonía aquí, a este lugar tan tranquilo”, añade Pineda.
El abuelo no solo representa una conexión con la tierra. También es el testimonio viviente de la resistencia espiritual y cultural de una comunidad que, pese a las amenazas de desalojo y el olvido institucional, ha encontrado en la naturaleza un aliado silencioso para sostener su identidad.
¿Hasta cuándo puede resistir CAIZEM sin garantías?
El Juzgado Noveno Civil del Circuito, que ha seguido el caso desde 2021, reconoce la complejidad del proceso. En su más reciente providencia, señala que aunque los funcionarios han mostrado diligencia, el fallo sigue sin cumplirse. Por ahora, la comunidad sigue en el mismo lugar, en las mismas condiciones y con las mismas preguntas sin respuesta.
En Membrillal, el Cabildo CAIZEM también echa raíces. Pero sin tierra propia, sin acceso a la escuela y sin garantía de permanencia, su historia es hoy la de una resistencia que no debería ser necesaria. Porque ya hay una sentencia. Porque ya hay recursos. Porque ya es tiempo.